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El paréntesis de la guerra, sin embargo, no fue desaprovechado totalmente para Manuel -Juan, que durante su estancia en el frente continuó con sus trabajos artísticos. Realizaba retratos de sus compañeros e incluso de sus superiores con gran habilidad. Ésta la sirvió para estar destinado en la sección de cartografía, realizando mapas, dibujos y planos.
Posteriormente, al ser ingresado en el hospital de Valladolid a causa de unas fiebres, entra en contacto con D. José Cilleruelo Zamora, médico y escultor. Pasa a formarse en su taller e incluso colabora con él en algunos trabajos. Durante su estancia en Valladolid tiene también oportunidad de beber en las fuentes de la escultura castellana, muchas de cuyas obras se encuentran reunidas en el Museo Nacional de Escultura de la ciudad.
Ésta es posiblemente la causa de que, a pesar de ser murciano, su estilo no sea salzillesco, ya que sus obras, aún siendo barrocas, tienen una línea más sencilla y austera.
Acabada la guerra y el posterior Servicio Militar, en 1.941 regresa a Cieza dónde su padre, ya en edad avanzada, delega en él la dirección del taller.
Entre esa fecha y 1.950 el número de trabajos realizados es enorme, tanto de restauración como de obras nuevas y no sólo en Cieza, sino también en muchas localidades de la provincia y de Albacete o Alicante. Del año 1.942 es el grupo escultórico del Resucitado de Cieza, que incluye un autorretrato del artista en la cara de asombrado espanto del soldado romano.
El taller se amplía y, además de la valiosa ayuda de su padre y de su hermana Mercedes, cuenta con varios operarios (carpinteros, tallistas, doradores) y con algunos aprendices. Entre éstos destaca, por su continuidad posterior en la profesión, José Fernández Blaya ( Mula ) ,que comenzó a trabajar durante la realización del retablo del Santuario del Niño del Balate, entre 1.947 y 1958.
En 1.950 realiza una de sus obras más emblemáticas, La Entrada de Jesús en Jerusalén, conocida en Cieza como «La Burrica» que desfila el Domingo de Ramos.
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