Manuel Juan Carrillo Marco nace en Cieza (Murcia), el 23 de Junio de 1915, en una casa de la calle cartas en la que hoy se encuentra colocada una placa conmemorativa.
Era hijo de Dª Mercedes Marco Montejano y del también escultor D. Manuel Carrillo García. Aunque el matrimonio era oriundo de Villanueva del Segura, se había trasladado a Cieza , pues Manuel Carrillo trabajaba por entonces, junto a otros artistas, en la realización del retablo de la Basílica de la Asunción .
A la edad de cinco años se traslada con su familia a Madrid, por razones de trabajo de su padre , para regresar de nuevo en 1923. A partir de esa fecha residen definitivamente en Cieza, instalando casa y taller en la actual calle Pablo Iglesias. Dicha casa, aunque reedificada, sigue siendo propiedad de la familia Carrillo.
En 1929, tras dejar la escuela, comienza a ayudar a su padre en el taller y dos años más tarde realza su primera obra. Será un alto relieve para una hornacina callejera en el barrio de “ Las Morericas”.
El comienzo en 1936 de la Guerra Civil , supuso para el joven Manuel Juan, como para tantos otros españoles, un duro paréntesis.
El paréntesis de la guerra, sin embargo, no fue desaprovechado totalmente para Manuel -Juan, que durante su estancia en el frente continuó con sus trabajos artísticos. Realizaba retratos de sus compañeros e incluso de sus superiores con gran habilidad.
Ésta la sirvió para estar destinado en la sección de cartografía, realizando mapas, dibujos y planos.
Posteriormente, al ser ingresado en el hospital de Valladolid a causa de unas fiebres, entra en contacto con D. José Cilleruelo Zamora, médico y escultor. Pasa a formarse en su taller e incluso colabora con él en algunos trabajos.
Durante su estancia en Valladolid tiene también oportunidad de beber en las fuentes de la escultura castellana, muchas de cuyas obras se encuentran reunidas en el Museo Nacional de Escultura de la ciudad.
Ésta es posiblemente la causa de que, a pesar de ser murciano, su estilo no sea salzillesco, ya que sus obras, aún siendo barrocas, tienen una línea más sencilla y austera.
Acabada la guerra y el posterior Servicio Militar, en 1941 regresa a Cieza dónde su padre, ya en edad avanzada, delega en él la dirección del taller.
Entre esa fecha y 1950 el número de trabajos realizados es enorme, tanto de restauración como de obras nuevas y no sólo en Cieza, sino también en muchas localidades de la provincia y de Albacete o Alicante.
Del año 1942 es el grupo escultórico del Resucitado de Cieza, que incluye un autorretrato del artista en la cara de asombrado espanto del soldado romano.
El taller se amplía y, además de la valiosa ayuda de su padre y de su hermana Mercedes, cuenta con varios operarios (carpinteros, tallistas, doradores) y con algunos aprendices. Entre éstos destaca, por su continuidad posterior en la profesión, José Fernández Blaya (Mula) ,que comenzó a trabajar durante la realización del retablo del Santuario del Niño del Balate, entre 1947 y 1958.
En 1950 realiza una de sus obras más emblemáticas, La Entrada de Jesús en Jerusalén, conocida en Cieza como «La Burrica» que desfila el Domingo de Ramos.
La ciudad de Mula, además de ser uno de los lugares para los que realizó gran número de trabajos y el lugar de origen de uno de sus más queridos discípulos, fue también la patria chica de la que sería su esposa Dª Encarnación Ortega Ibáñez, a la que conoció cuando realizaba el retablo mayor de la Parroquial de Santo Domingo de Guzmán.
Contrajeron matrimonio el 7 de Febrero de 1.951 y la nueva familia se instaló también en Cieza en la planta superior de la casa paterna.
Ese mismo año se diseñará el nuevo paso del Santo Sepulcro, para la Cofradía de la Oración del Huerto de Cieza, que no se verá completado hasta1.966.
En 1.952, coincidiendo con el nacimiento de su hija mayor Mercedes, hace , entre otras obras, el retablo de la capilla del Colegio Madre del Divino Pastor, el de Santa Lucía en la Parroquia de San Joaquín y un Ángel Triunfante para la cofradía de La Oración del Huerto, todas ellas en Cieza.
Otra de sus obras más significativas, el trono para el patrón de Cieza San Bartolomé, lo realizó por encargo del Ayuntamiento en 1.954, año del nacimiento de su segunda hija, Chencha.
También en ese año proyectó un soberbio trono para San Vicente del Raspeig (Alicante), que luego ejecutará un artesano alicantino.
La cofradía de Nuestro Padre Jesús de Cieza la encarga un trono para Mº Salomé, que desfilará en 1.956 siendo una admirable obra, tanto por su original y estudiado diseño como por la belleza y barroquismo de sus tallas.
Ese año también talla en madera a tamaño natural el titular de la Parroquia de San Juan Bautista de Archena.
Durante los veranos y hasta 1.958 continuaba con la realización del retablo en el Santuario de Mula, trasladándose allí el taller y la familia. Durante ese último verano nació su tercera hija Carmen.
Es en esta etapa cuando el taller instalado en la casa familiar se queda pequeño y es trasladado a una calle prolongación de la de la vivienda, que en la actualidad lleva el nombre de Escultor Manuel Carrillo García, al declinar Manuel Juan, generosamente, en su padre, el honor que el Ayuntamiento le hizo, de poner su nombre a la calle del taller.
Salen durante ese período muchas obras del taller de Carrillo, iniciando incluso la exportación de algunas a América. Se trataba de altos y bajorrelieves de tipo ornamental y con motivos tanto religiosos como profanos. También es un altorrelieve de esos años, el de Santa Ana enseñando a La virgen que se encuentra en el Colegio Público D. Antonio Buitrago de Cieza.
En el año 1.966 se completa por fin el grupo escultórico más completo y representativo de la obra de Carrillo, El Santo Sepulcro, con la realización de un nuevo Cristo Yacente de gran belleza y un pequeño ángel a los pies, en actitud sobrecogida, retrato de su segunda hija.
A partir de esta fecha, Manuel .Juan Carrillo proyecta algunas obras que no se llegaron a realizar, como el paso del Rompimiento para la apertura de todas las procesiones de Cieza, y otras como El Beso de Judas, que fue sustituido posteriormente por otro.
Con la disminución del número de encargos, el taller pierde algunos de sus operarios y aprendices, quedando reducido casi al ámbito estrictamente familiar, que también se vio mermado con el fallecimiento de su padre en 1967, a la edad de 94 años y de su hermana mayor, Mercedes, diez años después.
Son años algo difíciles en los que Carrillo intenta dedicarse a otras empresas. Llega incluso a instalar un comercio de ferretería, con poco éxito por cierto, y tiene que ayudarse con la realización de grabados de joyas, modelos para medallas y pequeñas restauraciones. De esta época datan, sin embargo, el trono de la Virgen de la Caridad de Totana y el retablo de SanJosé del convento de clarisas de Cieza, obras para las que ya contó con la ayuda de sus hijas y sus esposos.
A lo que sí se dedicó durante ese tiempo, con gran ilusión y entusiasmo, fue a su otra gran afición, la música, que había practicado desde joven perteneciendo a la Banda Municipal de Cieza como clarinetista.
Formó, junto con sus amigos D. Félix Santos y D. Juan Pérez la «Agrupación Musical Santa Cecilia». De ella formaban parte jóvenes e incluso niños a los que, entre los tres, enseñaban. Al atardecer, el taller se convertía en escuela de música y sala de ensayos para la agrupación. Ésta realizó abundantes salidas por los pueblos cercanos e incluso llegó a desfilar en la Semana Santa de Cieza.
Para sus componentes, el maestro Carrillo hizo innumerables adaptaciones de piezas, tanto clásicas como modernas, procurando siempre estimular a los músicos con papeles que, aunque sus conocimientos no fueran muchos, pudieran fácilmente interpretar. «Pito y papel» era su pedagogía y dio sin duda resultado. También compuso para ellos algunas marchas de procesión, pasodobles y pasacalles. Otro de sus logros musicales fue transcribir, de memoria, las marchas de San Juan tan populares en Cieza y cuyas partituras habían desaparecido.
Durante esos años se incorpora al taller como aprendiz, el que sería su último discípulo Bonifacio Pérez Ballesteros, que continúa también en la profesión como restaurador.
A partir de 1977 comienzan a nacer sus nietos: María, Fuensanta, Manuel-Juan, Lourdes, Patricia, Mercedes, Alicia, Francisco y Paco. Todos, menos éste último que no tuvo la suerte de conocerlo, encontraron en él un abuelo cariñoso y paciente, dispuesto siempre a entretenerlos con sus historias y dibujos y al que ellos adoraban.
En 1979, tras sufrir un infarto, dejó oficialmente de trabajar. El taller quedó en manos de su hija Carmen, continuadora de la artística tradición familiar y él se dedicó a la pintura, la música y el dibujo, distracciones que le deleitaban y no suponían el esfuerzo físico que tenía prohibido.
A pesar de eso aún colaboró con ella en sus primeras obras, ayudándola con sus consejos y secretos profesionales.
Después de ver, con orgullo, desfilar el primer grupo escultórico realizado por su hija para la Semana Santa de Cieza «La Unción en Betania», Manuel-Juan Carrillo, aquejado de una grave enfermedad falleció el día 5 de Diciembre de 1988, siendo su sepelio una gran manifestación de respeto y dolor, acompañada de la música que interpretaba la agrupación que él había dirigido.
Pero los artistas no mueren, siguen viviendo en sus obras y el maestro Carrillo se hace presente en cada una de ellas, sobre todo en Cieza donde cada Semana Santa sus imágenes despiertan de nuevo el respeto, la admiración y el recuerdo de un hombre extraordinario y un artista genial.
Dicho con palabras de José Zorrilla tomadas del monólogo del escultor, de la obra «Don Juan Tenorio», que Carrillo gustaba de recitar porque lo había interpretado en alguna representación de aficionados ciezanos :